Hace mucho escuché una 'anécdota' de un psicologo argentino llamado Jorge Bucay sobre esto de olvidar y perdonar. Creo que la palabra correcta es metafora. Aunque no recuerdo exactamente como era el relato, voy a tratar de poner la idea general de lo que recuerdo.
Hablaba de la historia de una mujer embarazada que por las complicaciones del parto tuvo a su hijo por cesaria.
Una vez nacido el niño la mujer se moría de ganas de salir del hospital y estar con su bebé, pero el doctor le dijo que la abertura de la cesaria no cicatrizaba; se había infectado.
Le dijo que la única forma de que la herida cerrara sanamente era lavándola por varios días. Utilizando un estropajo y agua y jabón, tallando directamente sobre la cicatriz.
La mujer pensando en el dolor que le ocasionaría eso, al principio se negó; pero el doctor le preguntó -¿Quieres estar con tú bebé?¿Quieres darle besos y abrazos sin ninguna herida que te limite?-. La mujer pensando en el amor que le tenía a su hijo aceptó.
Al día siguiente llegaron el doctor y la enfermera. Quitaron las bendas de la herida y con el estropajo lavaron la herida. Tallaron la herida hasta que se removió la costra y sobre la carne viva seguían lavando para ganar paso a la infección.
Al día siguiente lo mismo. Tallar hasta retirar la costra. No había que dejar cicatrizar sin curarla de la infección.
Después de muchos, muchos días de tratamiento, el doctor le dijo a la mujer: -Ya no hay infección. La herida se cerrará normalmente. Ya puede ir a cuidar a su bebé- .
La metafora se refiere a que perdonar es un proceso complicado; no es aquel paso fácil que se oculta bajo la palabra 'olvidar'. Perdonar no es decir "aquí no pasó nada".
Perdonar significa que hay conciencia de aquello que salió mal, hay conciencia de que hubo un daño, y en consecuencia el daño debe resarcirse, debe curarse, debe superarse.
Haciendo alución a la metafora, este lavado con el estropajo significa ese proceso de duelo y confrontación que debe haber entre una pareja. Sin dejar cicatrizar, sin dejar que se acumulen rencores que pudran la relación, la herida.
Al final aunque haya quedado el recuerdo de que hubo una herida, ya no queda rencor. La confrontación de la realidad y el proceso de duelo lleva a la curación. La curación representa que se restauró la confianza en la pareja, y , al igual que la madre y su hijo, los amantes pueden estar juntos sin odiarse secretamente.
La cicatriz quedará por siempre, como un monumento. Pero ya sin sentimientos negativos porque se aprendió una lección y el error no volverá a ocurrir. Perdonar es 'cancelar las deudas', pero no es 'olvidar que no las pagó'.